Yennifer: una colombiana con los pies en Durazno

Jennifer Giménez es una colombiana, rola, es decir que es de la capital del país, Bogotá, y está en Durazno desde hace cuatro años viviendo intensamente en sociedad, desde su rol de trabajo educativo hasta las artes y la difusión de su cultura.

“En Bogotá viví toda mi infancia y adolescencia, en un barrio al sur de la ciudad, eso ha configurado mucho mi manera de ser y de ver la vida. Soy Licenciada en Educación con énfasis en Humanidades y Lengua Castellana, estudié en la Universidad, mi carrera es como la división de dos carreras acá, puedo ser maestra de educación primaria, pero también como profesora de idioma español y literatura en secundaria, es muy completa y acá me dedico a todo lo que tiene que ver con la educación, la pedagogía y la investigación educativa” dijo presentándose.

“Me apasiona todo lo que tiene que ver con la cultura, el arte y la literatura, esas tres cosas han hecho que me mueva por distintas partes de Latinoamérica, conocer otros lugares, otras personas, otras culturas, otras formas de ver la vida, conocer otros autores y autoras, que muestran mucho como la manera de ser latinoamericana, entonces Latinoamérica me mueve mucho y es el lugar en el mundo donde me gustaría seguir moviéndome, no solo en este país, sino en Latinoamérica en general” agregó.

Llegó a Durazno como voluntaria de una fundación solidaria y sigue desarrollando su actividad en varias áreas, fundamentalmente la educación.

“Vine a Durazno por causalidad, o casualidad, no sé. Llegué en 2020, fui la primera voluntaria profesional de una Fundación que se llama América Solidaria, vine a trabajar con adolescentes en el territorio del interior de Durazno, para promover y fomentar la participación y las habilidades sociales. Me quedé también por casualidad, tuve la suerte o la desgracia, de venir a Durazno en plena pandemia, llegué en febrero de 2020 y luego me quedé, me fui quedando hacia el 2021 por las fronteras cerradas, he ido transitando desde ahí de a poco” dijo.

“Después que terminé mi voluntariado decido quedarme en Uruguay, en Durazno, decido conocer el país que me ha hospedado desde hace un año y medio, quería ver lo que era Durazno sin pandemia, desde ese lugar me motivé a quedarme. Después comencé a buscar trabajo y llegué al Cecap, el Centro Educativo en Capacitación en Arte y Producción que trabaja con adolescentes que no están en la educación formal en la actualidad. Allí lo que hacemos es generar un apoyo y acompañamiento en la propuesta educativa de los adolescentes que no están en la educación formal, que se reinventen, que puedan ver una nueva realidad a través de talleres y actividades que vamos organizando. Hay talleres de textil, gastronomía, audiovisual, otros orientados a la convivencia y la lecto-escritura que hace que vean de otra manera lo educativo y puedan explorar otras áreas de su vida, se motiven a seguir adelante, puedan ir generando su proyecto de vida a través de los talleres que brindamos” agregó.

Su acción en la comunidad la llevó también a la ciudad del Carmen donde a través del programa PAS, tiende redes en temas que son considerados relevantes.

“También trabajo con otro proyecto del Ministerio de Educación, el programa PAS, Aprender Siempre, que se lleva adelante en la ciudad del Carmen y es crear un proyecto educativo con base en las necesidades de los participantes que se acerquen al proyecto. Es desafiante, abierto a toda la comunidad, se va construyendo de acuerdo a los intereses lo que lo hace muy lindo, cuando uno habla con las personas y dialoga también mapeamos otras realidades que a veces no se perciben. Hemos trabajado sobre todo con el lenguaje y la comunicación, el fortalecimiento y la creación de una radio comunitaria que permita estar en mayor comunicación con el Municipio y que además brinde otro espacio intergeneracional, que sea un espacio donde adultos, jóvenes, adolescentes y niños puedan participar, que sea un espacio para toda la comunidad” agregó.

“Mi experiencia profesional en Uruguay ha sido diversa, en Colombia he trabajado con poblaciones rurales y vulnerables, pero con contextos diferentes, en Colombia tuve la oportunidad de trabajar con comunidades indígenas y campesinas en la propuesta educativa intercultural, que es muy distinta a lo que uno ve acá, pero es una de las cosas que me ha motivado a seguir acá, a trabajar en el ámbito de la educación, promover la educación como un derecho y como una posibilidad para poder crear un proyecto de vida de acuerdo a las necesidades del territorio en que vivimos,

permitirle a los adolescentes seguir soñando, porque muchas veces los pensamientos y las posibilidades que tenemos nos limitan un montón, el acceso a las cosas nos limitan un montón. La visión de la educación como algo más crítico, más reflexivo, nos permite crear otros acceso a las propuestas educativas. Me gusta mucho ver las posibilidades desde los lugares de trabajo en los que estoy desempeñándome” dijo.

Yenn, como la conocen todos sus amigos, ha traído parte de su cultura a Durazno a través del emprendimiento Sumercé y sigue volviendo a su país para renovar el impulso.

“Llevo cuatro años en Uruguay, seis fuera de mi casa, una de las cosas importantes es seguir manteniendo vivo en mi corazón la cultura de mi país, el legado de la memoria histórica, la memoria cultural y mostrar todo lo bonito que hay en Colombia, más allá de lo que vemos a veces en las series y comentarios, allí hay un verdadero potencial cultural, humano y turístico. Por eso es importante seguir compartiendo el arte y la cultura, tuve la posibilidad que en el 2016 y hasta el 2018 viví en la selva chujuana y allí compartí con una comunidad indígena donde aprendí el arte de las mostacillas checas, porque ellos toda su vestimenta, sus adornos, lo acompañan con estas mostacillas. Allí aprendí a tejer caravanas, pulseras, lo que se convirtió para mí en un hobby y se las regalo a mis personas queridas. Cada vez que voy a Colombia traigo algo más de mi cultura y lo incorporo a mi emprendimiento que se llama Artesanías Sumercé, porque lo que busca es con cosas que solo hay en Colombia, como la mostacilla checa, los colores de objetos de bisutería como collares, pulseras y caravanas, muestro la cultura de mi país. Eso ha sido importante y porque Sumerce es una palabra que significa cariño, amor, compañia, es una manera gentil de referirse a las demás personas, es la palabra que más se usa en la ciudad donde vivo, Bogotá, es una forma de decir soy esto, y aunque me mueva por mil lugares llevo mi país a través de esa palabra y sus colores” dijo.

Se considera una migrante privilegiada, y así seguirá siendo, una aventurera recorriendo lugares y conociendo más del mundo, sobre todo Latinoamérica.

“Considero que soy una migrante privilegiada, que tengo otras condiciones socioeconómica porque soy una mujer licenciada, con estudios, que además ha tenido la posibilidad de tener un buen trabajo. Eso de por sí me da otra condición de migrante, porque no es falso que muchas personas migrantes viajan con las manos vacías y hacen los trabajos que toque para sobrevivir. Yo he tenido la posibilidad, he sido privilegiada en la vida, de tener una carrera y poder escoger el lugar donde trabajo. Para mi es importante poder volver a mi país cada año, vuelvo de vacaciones y los reencuentros son lo más bonito y lo más difícil también, porque cuando uno se va, piensa que las cosas no cambian, pero todo cambia mucho de año a año, los reencuentros se hacen cada vez más interesantes, las cosas en la ciudad cambian, la familia crece, los niños también. Cuando tomas un lugar para vivir, como Durazno, te das cuenta que también te hace falta regresar, cuando no estoy en Colombia extraño mucho mi país, mi familia, mis costumbres, pero cuando voy allá extraño Durazno, la tranquilidad del río, andar en bici, son cosas que caracterizan esta ciudad y me hacen falta cuando no estoy acá” agregó.

En sus proyectos está el de seguir produciendo sus artesanías con estilo colombiano, incorporando nuevas técnicas.

“Como proyecto, visión hacia el futuro, quiero seguir trabajando con mi emprendimiento de artesanías, pero darle un enfoque más educativo, si el futuro lo permite comenzar a trabajar con mujeres con técnicas que tengan que ver con el tejido y la bisutería en resina, no solo por aprender sino como una excusa para dialogar con otras personas Estoy siempre abierta al cambio, esperar que suceda, no se que pasará el año próximo, estoy siempre buscando nuevas formas o nuevas oportunidades en el exterior y pensando en eso, la vida es una sola y si uno tiene la posibilidad de viajar, conocer y trabajar en lo que le gusta debería aprovecharlo, es una de mis consignas de vida, acompañar los procesos de las comunidades donde esté, seguir formándome y fortaleciéndose y viajando a diferentes lugares” contó.

Se ha convertido a uno de los deportes tradicionales de Durazno, el ciclismo, al que utiliza como vía de escape para seguir fortaleciéndose.

“De los hobbies una de las cosas que he venido descubriendo que me gusta mucho la bicicleta, la uso como medio de transporte pero también la había visto solo de esa forma, pero desde que vivo en Durazno la vivo como una posibilidad de encontrar salud mental, un lugar en el mundo móvil, la

posibilidad de explorar lugares nuevos en la ciudad que vivo, pero también como para empoderarme y ver que puedo hacer todo lo que me proponga, lográndolo de a poco. También hago cerámica en el Taller de Artes Plásticas, eso es una cosa que aprendí acá en Uruguay, me acerqué al Taller a conocer personas y la verdad que ha sido como un lugar me ha abrazado y también me ha contenido en un montón de cosas, he aprendido muchísimo. Más allá de la cerámica, trabajar el barro hacer cosas para mí, también la posibilidad de seguir compartiendo cosas de mi cultura, aprender un nuevo oficio que también va a ser combinado con mi emprendimiento. El taller es un lugar donde uno puede ser y nunca te van a decir que no” finalizó.