Susana Beatriz Ortiz Medina, de 53 años, siempre se percibió como un alma inquieta. Desde niña sentía que debía encontrar su misión: “no estaba mal, pero intuía que algo faltaba”. Hija de Carlos y Teresa, hermana de Lorena y esposa de Hugo, es mamá de los gemelos Nicolás y Santiago (21), su mayor tesoro. Tiene “nietos del corazón”, los de Hugo a quienes quiere muchísimo.
Por Anabela Prieto Zarza
Cursó primaria en la Escuela Nº 75 y secundaria en el Liceo Rubino. Desde chica soñó con ser abogada, aunque nadie cercano ejercía esa profesión. Sabía que los abogados defendían gente y era lo que quería hacer. Junto a sus compañeras planearon estudiar en Montevideo, pero sus padres, temerosos de la gran ciudad, no la dejaron ir. En Durazno solo podía estudiar Magisterio, y así lo hizo en el Instituto Ma. Emilia Castellanos de Puchet. El destino la llevó a realizar su práctica docente en la Escuela 75 con la querida maestra Talita, su docente de sexto año.
Se enamoró del magisterio y comenzó a dar clases en Secundaria antes de recibirse, convocada por su excelente trayectoria educativa. Siendo estudiante de secundaria, trabajó en servicio doméstico, contra la voluntad de sus padres. Guardó buenos recuerdos de ese tiempo: la apoyaban para estudiar y acomodaban horarios para que pudiera rendir exámenes.
Responsable y estudiosa, vivía en el Barrio Duran y venia todos los días a la Biblioteca Scaffo a copiar apuntes porque en su casa, que nunca faltó nada, no había dinero suficiente para libros. A veces cargó con burlas por su aspecto (no era obesa, pero si llenita), por ser hija de militar y por ser aplicada: Traga, Gorda y encima hija de milico. Esas experiencias la fortalecieron. Aprendió que la competencia es con uno mismo y eso transmitió siempre a sus hijos: mirar a los demás solo para saber si necesitan ayuda.
Ejerció como maestra cinco años en escuelas rurales: Nros. 42, 34 y 41 y en la Nº 5 de Sarandí del Yí.
Cuando volvió a la Escuela Nº 34 de San Jorge, la directora Yanela Palacio, le ofreció la misma clase que había tenido de preescolares, un momento muy emocionante. Sin embargo, debía decidir entre ese grupo y un llamado para ayudante de internado en la Escuela Agraria. Optó por la Agraria: mejoraba laboralmente y ganaba casi el doble. Allí trabajó 21 años, siendo “mamá por semana” de las internas, cuidándolas, acompañándolas en el desarrollo de sus hábitos y en sus estudios.
Con tiempo libre volvió a soñar con abogacía. Viajaba los sábados a facultad, elegía materias y rendía exámenes libres vigilados como se llamaban. Lo que a otros les lleva 6 años a ella le llevó 12, porque en el camino “pasaron cosas”: formó familia, quedó embarazada de dos en vez de uno y debió hacer pausas, pero nunca abandonó. Hugo fue un apoyo clave, estudiaba con ella, le explicaba materias, caso de economía política y la alentaba cuando flaqueaba. También sus padres, su hermana y una joven que cuidó a los niños durante años hicieron posible su sueño. Renunció a muchas salidas familiares y lloró más de una vez, pero siempre se repetía que no podía dejar todo por la mitad. Aprendió que todo logro tiene un precio y hay que estar dispuesto a pagarlo.
Cuando se recibió, sintió que los cuatro se habían recibido juntos. Aún trabajaba en la Agraria cuando una vecina le avisó de un llamado para abogada en el Servicio de Atención a Mujeres en Situación de Violencia. Se presentó y quedó seleccionada. Ingresó en 2015 y el pasado 1º de febrero cumplió diez años allí. Con el tiempo supo que ser maestra fue un factor determinante para su elección.
Hace 5 años conoció un emprendimiento que requería aprender habilidades blandas y educación financiera. Ese proceso transformó su vida. Es socia comercial e inversora en la empresa RSL. Holding tecnológico dedicado al desarrollo de tecnología avanzada, como la IA. Blockchain y Metaversos. Como socia es el brazo comercial desarrollando actividades de marketing de la empresa. Como inversora, aprovecha las oportunidades que ofrece la empresa de invertir en activos antes de su lanzamiento al público.
Creció no solo económicamente, sino personalmente. Hoy integra una comunidad internacional de emprendedores y fue nombrada delegada de Mujeres Empresarias por Uruguay en esa comunidad. En
mayo recibió un reconocimiento en una convención en Colombia, viaje que realizó con su esposo y sus hijos, una alegría inmensa.
Llegar allí fue un triunfo doble: atravesaba momentos muy difíciles por temas de salud. Su madre necesitaba una segunda operación de córnea y, en pleno proceso, padece un tema que afecta su salud y requiere intervención quirúrgica. A Susana la operaron el 12 de marzo; su mamá, el 13. Para evitar que se preocupara, ocultó su cirugía. El resultado confirmó un tumor maligno, pero los ganglios estaban limpios. Susana afrontó todo con determinación. Nueve días después viajó a Colombia: llegar allí con su familia fue un mar de lágrimas. Aprendió que “si la mente nos puede enfermar, también nos puede sanar”.
Ese proceso le cambió la mirada sobre la vida y las prioridades. Con una amiga psicóloga concretaron un sueño postergado por más de una década: un estudio jurídico integral, Justicia y Equilibrio y Padrón 99, que combina servicios tradicionales con asesoramiento preventivo (asesora a las personas antes que tomen una decisión que pueda tener consecuencias jurídicas y así evitar muchísimos juicios, lo cual es mucho más barato económica y emocionalmente), acompañamiento psicológico durante los procesos (los procesos jurídicos, sin importar cuales, generan en las personas diferentes emociones, que es importante gestionarlas, por eso un acompañamiento sicológico en todas las etapas es fundamental para sobrellevarlo de la mejor manera) y guardias legales los fines de semana y feriados.
Cuentan con abogados, escribanos, contador y psicólogos, además de cowork y oficinas para alquiler. Una propuesta innovadora para Durazno, que aspira se imponga en el país y en la región.
Está ubicado en Eusebio Píriz 792
En su tiempo libre disfruta de leer, bailar, viajar y las vacaciones en familia. Sus anhelos para sus hijos no son sueños por cumplir: sabe que lograrán lo que se propongan. Su deseo es que construyan sus propios caminos y que nada los detenga. Quiere dejar una huella en quienes la escuchen y está convencida de que todos tenemos una misión en esta vida, que hay que cumplir.
Por lo vivido, a Susana le nace transmitir a otras mujeres que, aunque la vida puede volverse muy compleja, nunca estamos solas, siempre hay alguien. Que pedir ayuda es necesario y que siempre es posible salir adelante. Está convencida que las personas, si son auténticos y fieles a sus principios, tienen en su interior las herramientas para lograr lo que quieran.
