Agustina Una vida donde cada desafío es un impulso

Agustina Arias Salmini tiene 27 años. Es Licenciada en Educación Física. Tiene Síndrome de Usher, una combinación de dos patologías que afectan las percepciones sensoriales, cuyos diagnósticos son hipoacusia y retinosis pigmentaria.

Por Anabela Prieto Zarza

Es hija de Wenddy Salmini y David Arias. Sus padres se separaron cuando ella era pequeña, pero cada uno, por su lado, le regaló hermosos hermanos. Por parte de madre tiene tres hermanos: Bautista, de 11 años; Candela, de 8; y Guillermo, de 5. Por parte de padre, tiene dos hermanas mellizas, Araceli y Catalina, de 9 años. “Tengo buenos vínculos con las familias de las dos partes. Cuando puedo, siempre dedico tiempo a visitar a mi padre y familia: tíos, primos, abuelas. También me gusta visitar a amigas que me regaló la facultad”.

Su infancia y adolescencia transcurrieron en Durazno. Concurrió a dos escuelas diferentes: “De mañana iba a la Escuela N° 1, en la clase de sordos, con la querida maestra Gladys Puglia, que fue crucial para que pudiera seguir la educación común o normal en la otra escuela, el Colegio Inmaculada Concepción”.

Siempre tuvo que esforzarse mucho para terminar la escuela, dado que tenía dificultad para entender cuando le hablaban. El liceo fue muy desafiante: ya no tenía el apoyo de la escuela ni de la maestra Gladys, pero con algunas clases particulares logró salir adelante.

En 2016, con 18 años, ingresó al ISEF en Maldonado. Hizo la carrera de Educación Física por término de 4 años. Al finalizar, volvió a Durazno. Ingresó a trabajar en la Intendencia, pero esta joven inquieta continuó apostando a su formación personal. Se ha ido capacitando y realizó especializaciones en gimnasia terapéutica, gimnasia correctiva e higiene de columna, y en rehabilitación cardiovascular.

En la vida deportiva siempre fue muy activa. Entrenó mucho en gimnasia artística, disciplina en la que logró competir a nivel internacional, participando en los Juegos Mundiales de Olimpiadas Especiales.

Siempre se sintió muy bien haciendo deportes. De alguna manera tenía que apropiarse de esas habilidades para aplicarlas en su vida diaria. Recuerda que, cuando jugaba con su prima, ella tomaba el rol de profesora de gimnasia. Cree que siguió el sueño de su niña interior.

De las principales barreras que Agustina ha tenido que levantar en su vida diaria, la social es una de las más fuertes. Se le dificulta mucho estar en un grupo grande, con muchas personas, y sentirse realmente incluida en la comunicación. “Al no oír bien como los demás, esto de alguna manera te aísla un poco, por más que uses audífonos”. Otra barrera es la imposibilidad de conducir un auto por la dificultad visual. Por esa misma razón, no puede practicar todos los deportes con pelota: handball, fútbol, basketball, tenis, entre otros, porque requieren mucho del campo visual periférico.

Agustina trabajaba dando clases de natación, gimnasia artística, pilates, gimnasia para adultos mayores, aerolocalizada, y también en la Colonia de Verano. Trabajar allí le gusta mucho, porque el trabajo es en equipo y se siente mejor y más segura. “Hay otros ojos que pueden cuidar bien de los numerosos niños con quienes interactuamos”.

Para Agustina, asumir los desafíos que la vida le ha impuesto sin duda la preparó para tomar decisiones más audaces. Ahora mismo está viviendo en Dinamarca, donde cursa un semestre en una Escuela Popular de Educación Física, “para sumar conocimientos profesionales, vivir experiencias culturales, de costumbres y el idioma; también por desarrollo personal”.

El principal desafío que tuvo fue el idioma. Nos cuenta que, cuando llegó al país, se dio cuenta de que no estaba preparada para comunicarse bien en inglés. “Acá hablan danés, pero casi todos hablan inglés muy bien. Es un país bastante desarrollado en educación: hablar inglés lo tienen incorporado desde chiquitos, lo practican en todas las escuelas. Las personas son un poco tímidas y reservadas, pero respetuosas y amables. La alimentación acá en la escuela es muy variada y saludable, bastante

internacional. Personalmente, siempre encuentro mucho más picantes las comidas de lo que las encuentran los demás. La comida principal es la cena, a las 17:30; generalmente se sirven platos calientes. El desayuno es a las 7 de la mañana y consumen mucha avena. El almuerzo es a las 12, variado, pero no tanto como la cena: siempre hay ensaladas crudas acompañadas de arroz o fideos, huevos y carnes. También se consume mucho pan de centeno y cereales. A mí me ha gustado”.

Continúa con su relato, y respecto al idioma agrega: “Si a mí me cuesta entender español, más me cuesta el inglés; imaginate en danés. Ellos tienen 8 vocales, a diferencia del español que tiene 5. Hablan como si tuvieran agua en la garganta. Pero es bueno saber que he aprendido algunas palabras sin querer, porque las escucho todos los días y logro identificar algunas repetidamente para adquirirlas. Sinceramente, no participo mucho en el habla”.

“Me siento afortunada: voy a vivir las tres estaciones acá en Dinamarca. Ya pasó el verano, se sentía calor, pero no tanto como en Uruguay. Ahora estamos en otoño y esta semana amaneció con heladas en los pastos y sobre los autos. Se siente bastante frío; cuando salgo a trotar, siento que se me congela la cara y las orejas. Pero en general te abrigás y no sentís frío: acá es un frío seco. La naturaleza es hermosa y abundante, es lo que más me ha gustado. Y la limpieza de las ciudades: es un placer vivir acá. No hacen ruidos, las personas son tranquilas y silenciosas. Caminando por el centro generalmente está todo tranquilo. En fin, el real desafío que vivo es el idioma, y por la noche es bastante oscuro para mí, ya que hay poca iluminación en las calles”.

Le gustan las actividades de aventura, viajar, conocer y experimentar los lugares a los que va. Creo que lo demuestra con cada cosa que hace en su vida. Se considera una persona bastante curiosa, lo que la lleva a moverse mucho y vivir intensamente. Le gusta leer libros, generalmente de autoayuda personal, espirituales, psicológicos, neurocientíficos. También disfruta de variadas actividades corporales: correr, nadar, rodar en bicicleta, roller o patineta, hacer gimnasia, acrobacia en telas, danza, surf.

“Acá en Dinamarca estoy aprendiendo a hacer crochet. Es una linda actividad de concentración con mis manos, que me ayuda a sobrellevar la ansiedad. Lo tomo como una meditación, además de que a veces hago yoga y trato de meditar todos los días. Hay días más desafiantes que otros para hacerlo bien”.

Consultada sobre sus sueños, nos cuenta: “Bueno, siempre pienso que voy a volver a recuperar mi visión (no sé cuándo), pero confío en que este sueño se va a cumplir. Otros sueños serían poder dominar bien el inglés, poder comunicarme fluida y relajada. Vivir en una ciudad donde haya playa, crear una familia. Hacer Ironman… ¡ese sí que me parece un sueño loco!”

Nos deja su mensaje: “No dejen pasar la vida pensando ‘me gustaría hacer tal cosa…’. Muchas veces esperamos el impulso desde afuera y ese impulso lo tenemos en nosotras mismas. Pues ve y hacelo, vivilo. Porque, después de todo, lo más valioso es sentir ese orgullo de habernos animado, a pesar de lo duro que pudo haber sido el proceso, a pesar de los miedos que teníamos. No tengan miedo de pedir ayuda para cumplir sus metas o sueños. Somos mujeres poderosas”.

Conocer la historia de Agustina, para mí, fue un gran aprendizaje. Creo que todos los que lean esta nota coincidirán conmigo. Por ese aprendizaje que nos regalas con tu vida, por ser un verdadero ejemplo y por haberme dedicado tu tiempo: muchas gracias, Agustina.

Deseo que se te dé todo lo que soñás y no depende de ti, porque lo que depende de ti estoy segura de que lo vas a lograr.