María Estela es una mujer de 60 años, de profesión Química Farmacéutica, egresada de la UDELAR y con un posgrado en Marketing de la Universidad Católica. Nació en Montevideo, en un hogar humilde donde nunca faltó lo importante: el amor de los padres, de los abuelos, de la familia. Y nunca faltaron los libros, porque era un hogar donde la educación tenía un valor preponderante. Tuvo una infancia feliz, la formación académica se vio complementada por otros estudios: música, piano, inglés. Eso le permitió forjarse como persona y abrirse camino en la vida.
Por Anabela Prieto Zarza
Cursaba sus estudios en la Facultad de Química, se presentó a concurso en la Cátedra de Análisis Instrumental y ejerció tareas de investigación y docencia, en la misma Facultad. También trabajó como becaria, becas a las que accedió por concurso, en los Laboratorios Roemmers y Urufarma. Después de recibirse, ingresó al laboratorio Bayer y a otros laboratorios en régimen de dependencia. Actualmente trabaja en forma totalmente independiente, en el ejercicio liberal de la profesión.
María Estela está casada con Gabriel, Ingeniero Químico, a quien conoció en Facultad de Química. Quienes pasaron por esa Facultad y cursaron carreras que requieren una exigencia de estudios muy importante, tienen una broma interna: “si no te casas allí, con alguien de allí, no te casas nunca”. Es mamá de dos varones: Matías, que es Ingeniero en Computación, y Gastón, que es Músico de profesión.
Llega a la masonería por invitación de una persona muy relevante en la Masonería Femenina: Alicia Toyos. Junto con otras 14 mujeres, en el año 2004 ingresan por recomendación de masones hombres (familiares, esposos, hermanos, padres) para FUNDAR la Augusta y Respetable Logia Fe, que en aquel momento era la Nº 17 y dependía de Chile.
Hay que ubicarse en el contexto: no existía la Masonería Femenina en el Uruguay. Era un mundo de hombres. Aceptar ingresar a algo nuevo fue un desafío. Estas valientes mujeres comenzaron a escribir la Historia de la Masonería Femenina en Uruguay, que hoy lleva 18 años de existencia como Gran Logia Femenina del Uruguay.
Agustina
, virtudes tan necesarias en el mundo en que vivimos: la tolerancia, la solidaridad, el trabajo por el bien común, el amor al prójimo, la igualdad, el amor incondicional. Todos son valores que se trabajan dentro de la Orden, que luego la masona lleva y aplica en forma espontánea en su mundo de relacionamiento: la sociedad, la familia, el lugar donde trabaja, todos los ámbitos donde se relaciona. Pero es una filosofía de vida basada en valores espirituales. Por eso siempre digo que la masonería es un camino espiritual por sobre todas las cosas”.
María Estela Vieras es la Serenísima Gran Maestra de la Gran Logia Femenina del Uruguay. Es la autoridad máxima; es un cargo al que se llega por votación secreta de sus integrantes, por un período de tres años y que puede ser reelecta una única vez. Los méritos para ser electa son el trabajo propio y el amor dedicado a la Orden para que la Orden progrese.
El nombre Serenísima alude a la dignidad con que se ha llevado adelante ese trabajo y que le ha permitido ganarse el respeto de quienes la eligen para tal responsabilidad. Pero impresiona la definición que da de su cargo: “LA SERENÍSIMA GRAN MAESTRA ES LA PRIMERA ENTRE SUS IGUALES”. Realmente, en un mundo competitivo como en el que vivimos que la máxima autoridad se defina así, lo deja a uno pensando.
María Estela ha ocupado este cargo por 6 años (ha dedicado 6 años de su vida a esta función). Este año hay elecciones, por lo tanto, ya no podrá ser reelecta y habrá algunas modificaciones en el futuro: los períodos serán de 2 años.
Consultada sobre cómo una mujer puede ingresar a la masonería, responde: “Sobre todo se accede por invitación de una integrante de la Masonería que sabe, que conoce a una mujer que tiene los valores, el perfil que se busca, que es una mujer que esté en la búsqueda de mejorarse como persona, de perfeccionarse. ¿De qué tipo de perfeccionamiento hablo? Del perfeccionamiento ético, moral, intelectual, pero sobre todo espiritual. Toda mujer que esté en la búsqueda de mejorarse como persona es la que buscamos para que ingrese en la masonería. No importa qué profesión tiene, puede ser un ama de casa, puede tener una profesión o cualquier oficio; no importa qué religión profese, no nos interesa la religión; no importa la opinión política que tiene, no nos interesa la política. Nos interesa una mujer que esté en la búsqueda de ser mejor persona y así poder contribuir a mejorar la sociedad en que vivimos. Entonces, se entra por invitación de otra mujer que conoce el perfil de esa mujer, o también por la página web. Señoras de cualquier edad pueden presentarse ingresando a la página de la Gran Logia Femenina del Uruguay, donde encontrarán un mail para pedir asesoramiento, solicitar una reunión, pedir información. Comenzarán una serie de entrevistas que pueden terminar en el ingreso de esa señora a la Orden”.
La Gran Logia Femenina del Uruguay está presente en casi todo el país; de hecho, el 60 % de las Logias son del interior, porque en los últimos años se ha trabajado mucho para acercar la masonería a mujeres interesadas en seguir este camino espiritual. Existen 34 Logias en todo el país, ubicadas en Montevideo, Canelones, Salto, Paysandú, Rivera, Colonia, Artigas, Tacuarembó, Río Negro, Maldonado, Rocha, Durazno, Florida, Cerro Largo, y una extraterritorial en Brasil, en el Estado de San Pablo, en la ciudad de Sorocaba. En el caso de esta última, el objetivo es que en un futuro se puedan independizar y formar la Gran Logia Femenina de Brasil, con la Carta Patente otorgada por la Gran Logia Femenina del Uruguay.
Manifiesta que su vida cambió al ingresar a la Masonería, porque esta genera un proceso de transformación en el ser humano: “Solo con asistir semana tras semana a los talleres y practicar un Ritual, que es una herramienta que maneja la masonería para conectarse con los planos superiores, con aquello que nos trasciende, que nosotros llamamos Gran Arquitecto del Universo, que de alguna manera rige la armonía del ser humano dentro del universo, ese abrir nuestro corazón a un espacio de silencio interior… ¿Cuántas mujeres hoy, en el caos de la vida diaria, tienen la posibilidad de asistir una hora por semana a un espacio donde hacer silencio interior y poder conectarse con algo que trasciende al ser humano? Es una bendición tener ese espacio. Es una bendición poder hacer ese silencio. Es una bendición poder conectarnos con nuestro yo interior. Espacios que son muy difíciles de lograr en esta vida acelerada que todos vivimos.
Entonces eso le da a la mujer la posibilidad de estar en un ámbito de transformación. Y nos transforma casi sin darnos cuenta; pero una misma se va dando cuenta, y también lo nota la familia, los amigos, porque una se vuelve más tolerante, empieza a hablar menos y escuchar más al otro, comienza a aceptar ideas diferentes a las de uno. Es un proceso gradual y progresivo, y uno lo hace carne casi sin tomar conciencia. Es espontáneo, pero uno cambia, porque son los valores que se trabajan dentro de la Orden”.
Considera que las críticas a la masonería se deben a la ignorancia pura: “La masonería durante muchos años fue secreta, porque los masones son librepensadores. La masonería está parada en el tríptico LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. En la época de las monarquías, de regímenes absolutistas como el fascismo, en la Edad Media durante la Inquisición, todos regímenes absolutamente dogmáticos y absolutistas, en todos esos momentos de la historia la masonería fue perseguida a muerte. Se perseguía a los masones a muerte. Por eso la masonería tuvo que ser secreta. Hoy en día, que existen los derechos humanos, no existe esa persecución a muerte y la masonería dejó de ser secreta. De hecho, entrás a una librería o a Internet y conseguís libros que hablan de masonería. Pero es discreta. Por eso los masones normalmente no decimos quiénes somos. Y el secreto, de alguna manera, se preserva porque la masonería es vivencial: es lo que se vive dentro de los Talleres, y esas vivencias, ese secreto no se puede encontrar en un libro. Por eso ese secreto aún se preserva. Por eso hay tanta ignorancia, porque cuando algo es
secreto la gente tiende a inventar; la ignorancia lleva a inventar historias que están muy lejos del camino espiritual que es la masonería”.
En su tiempo libre, que no es mucho, María Estela disfruta de compartir con la familia todo lo que pueden, sobre todo salir, tomar contacto con la naturaleza, viajar, recorrer el interior. Disfruta de las reuniones con amigos.
Tienen un grupo de Facultad de Química que ahora se reúnen con los hijos y los nietos. “Tenemos más de 30 años caminando juntos, y ese contacto con amigos es fundamental para el ser humano, porque te enriquece y te permite también darte cuenta de que no estás solo, y que las dificultades que tenés en el camino otros también las tienen, te permite seguir adelante. Somos seres sociales, en casa estimulamos ese contacto social”.
Le gusta leer, pero no tiene mucho tiempo, entonces sus lecturas son libros de masonería y libros científicos que hacen a su trabajo. Además de gustarle leer, el libro y la lectura tienen una connotación muy importante porque le hacen recordar a su infancia. Recuerda con cariño esa infancia feliz, época en que nunca le faltó un libro, en que en los cumpleaños sus padres se los regalaban y, en las tardes estivales, el abuelo que vivía en la casa de al lado se sentaba a leerle. Con emoción recuerda: “Él me leía”, resaltando lo valioso del contacto con sus abuelos.
Consultada sobre sueños por cumplir, sin dudar responde: “Escribir un libro. Tuve dos hijos, ya planté muchos árboles. Con mi esposo hicimos el Camino a Santiago, que fue una experiencia espiritual increíble. Saqué varios apuntes, y desde que lo hice tengo la intención de escribir específicamente sobre el Camino de Santiago, y creo que cuando tenga un poquito más de tiempo lo voy a hacer”. Yo no tengo dudas: lo hará.
Entiende que “debemos disfrutar de la vida, que es absolutamente sagrada en todas las áreas, en todos los órdenes. Aún en las dificultades hay armonía; todo en la vida es un aprendizaje que nos permite construirnos como seres humanos, transmutar en mejores personas cada día y convertirnos en agentes de cambio en la sociedad en que vivimos, referentes sociales, personas que no son indiferentes a la necesidad del otro, algo que este mundo tanto necesita”.
Aprovechando el fin de semana del 18 de julio de este año, tomé una excursión a Artigas para conocer las minas de amatistas, entre otras cosas, lugar por el que había pasado muchas veces, pero no conocía. Es en Artigas, en un Club Social, que escucho a Ma. Estela Vieras en una charla dirigida a mujeres. Le pedí una nota para este semanario en el que recién comenzaba a escribir y aceptó. Se dio el 20 de noviembre, telefónicamente. A María Estela: ¡Gracias!
A los lectores: Me encanta escribir, pero les quedo debiendo la palabra hablada de María Estela, porque escucharla es realmente un placer: la forma, los giros, la paz y el amor con el que se expresa.
