Un narrador que convirtió la historia latinoamericana en un latido colectivo, uniendo memoria, sensibilidad y resistencia en cada página.
Eduardo Galeano (1940–2015) fue una de las voces más influyentes de la literatura y el pensamiento latinoamericano. Su obra, situada entre la crónica, la poesía y la reflexión histórica, abrió un camino propio: cercano, humano y profundamente vinculado a la identidad del continente. Desde sus primeros trabajos periodísticos hasta sus libros más emblemáticos, supo unir memoria, denuncia y belleza en un mismo gesto narrativo.
Nacido en Montevideo, comenzó a trabajar muy joven en medios gráficos, donde desarrolló una mirada aguda sobre la realidad social y política de la región. En 1971 publicó Las venas abiertas de América Latina, un libro que se convirtió en referencia mundial y que marcó para siempre su relación con la historia latinoamericana. Con un lenguaje directo y poético a la vez, analizó la explotación, las desigualdades y los silencios del continente, generando una enorme repercusión internacional.
El golpe de Estado en Uruguay lo obligó a exiliarse primero en Argentina y luego en España. Durante esos años, Galeano profundizó una escritura que entendía el relato como una forma de resistencia. Obras como Días y noches de amor y de guerra, Memoria del fuego y El libro de los abrazos consolidaron un estilo inconfundible: fragmentos breves, imágenes intensas, humor sutil y una mirada crítica que nunca perdió ternura.
Entre sus influencias se encuentran autores como Juan Carlos Onetti, Pablo Neruda y Julio Cortázar, además de pensadores y cronistas latinoamericanos que lo inspiraron a construir un puente entre literatura y realidad. También fue clave su relación con los movimientos sociales, como las Madres de Plaza de Mayo, que reforzaron su compromiso con la memoria y los derechos humanos.
De regreso en Uruguay, Galeano continuó escribiendo y publicando crónicas, ensayos y relatos que dialogaban con el presente. Su obra trascendió fronteras y generaciones, convirtiéndose en una referencia ética y literaria que sigue acompañando a lectores de todo el mundo.
Eduardo Galeano dejó una huella que continúa viva: una invitación a pensar América Latina desde su gente, sus luchas y sus historias mínimas. Una forma de entender la memoria como un acto necesario, capaz de encender, en cada lector, un pequeño fuego.
