La belleza del despojo

Idea Vilariño, la voz que eligió la soledad como forma de verdad.

Pocas poetas uruguayas dejaron una huella tan precisa y despojada como Idea Vilariño. Nacida en Montevideo en 1920, su escritura fue siempre un acto de honestidad radical. Desde sus primeros poemas en La suplicante (1945) hasta Pobre mundo (1966) o Nocturnos (1955), su voz fue afinando el tono hasta alcanzar una transparencia casi cruel: decir sin ornamento, sentir sin defensa.

Integrante de la Generación del 45, compartió escena con Onetti, Benedetti, Amorim y otros nombres mayores de la literatura uruguaya. Pero Idea prefirió el retiro antes que el ruido. Su relación con Juan Carlos Onetti marcó parte de su vida y de su obra, aunque su poesía no depende de ese vínculo: su tema es el amor, sí, pero también la pérdida, el cansancio, la lucidez de saberse sola ante el mundo.

Murió en 2009, dejando una obra breve, intensa, inconfundible. En tiempos de discursos llenos de exceso, la suya sigue siendo una lección de silencio: la palabra justa, el tono exacto, la emoción sin concesiones. Su poesía no consuela, pero ilumina.