El arte de transformar realidades: el folclore y el derecho en la vida de Lorena

Lorena Paola Iturria Cardozo es una abogada y folclorista duraznense de 25 años, que transita dos caminos que, en apariencia, no tienen conexión y parecen distantes. Sin embargo, para Lorena no es así, porque ambos la identifican y representan profundamente. Por un lado, la música la conecta con la parte más tradicional y con sus raíces; por otro, el derecho la desafía constantemente a buscar transformar realidades.

Por Anabela Prieto Zarza

Es hija de padres amorosos, quienes han sido sus compañeros y un apoyo incondicional. Es también compañera, amiga, novia y hermana, alguien que siempre procura rodearse de personas que puedan ser sostén en los momentos desafiantes y, al mismo tiempo, compartir con ella sus alegrías.

Su infancia y adolescencia transcurrieron en Durazno: primero en el Colegio San Luis, luego en la Escuela Nº 1. Comenzó secundaria en el Liceo Nº 3, continuó en el Instituto Carlos Scaffo y finalmente en el Liceo Rubino, donde culminó esa etapa.

Desde chica acompañó la educación formal con la formación musical. Se sintió cautivada por la música: primero con el órgano, luego con la guitarra y el canto. Tuvo diferentes profesores que le transmitieron amor por la música y la acompañaron en ese camino.

Tuvo una infancia feliz, muy contenida, siendo una niña curiosa e inquieta. Siempre contó con padres presentes que escucharon sus inquietudes y las atendieron, permitiéndole realizaciones que sin duda marcaron quién es hoy Lorena.

En 2018 se trasladó a la capital para estudiar Derecho. Lo hizo por vocación. Descubrió otras realidades: no solo se trataba de conocimiento y estudio, sino también de salir de la zona de confort. Aunque contó con el apoyo familiar, fue todo un cambio. Agradece haber tenido la oportunidad de estudiar y hoy siente que está recogiendo lo que sembró.

Desde muy chica comenzaron las presentaciones protocolares en centros educativos, lo que despertó en ella el gusto por subirse a un escenario. Percibe que no se trata solo de cantar: lo que más le atrae es la posibilidad de conectar con el público, transmitir emociones y comunicar el sentir a través de la música. Le gusta mantener viva la tradición. Muchas veces se enfrentó al desafío de demostrar que el folclore no es un género solo para “grandes”. Aunque muchos jóvenes de su edad eligen otros géneros, Lorena entendió que su camino era ese: hacer lo que le gusta y ponerle su propia impronta. Eso implica estudio, organización y preparación para crecer como artista.

Hoy está acompañada de un grupo de músicos que, además de transitar junto a ella el camino elegido, le transmiten su experiencia. El grupo exige esfuerzo, ensayos, dedicación, dejar de lado otras actividades, invertir tiempo y recursos económicos. Todo ello es necesario para ofrecer al público una propuesta de calidad. Hay que crear contenidos, material, difundir. El trabajo es arduo, pero a Lorena la apasiona y lo realiza con amor, dedicación y entrega.

Siente que ha madurado como artista. Recuerda con cariño a aquella niña que se subía a un escenario, pero ahora ve que ha fortalecido muchos aspectos que la impulsan a ir por más. Se ha convertido en una verdadera artista con gran potencial y un exitoso camino por recorrer.

Consultada sobre cómo concilia el folclore con el ejercicio del derecho, comenta: “Muchas veces llega un cliente que me dice: usted es la que canta”. No le molesta, todo lo contrario. Obviamente su sustento pasa por el ejercicio liberal de la profesión, pero le encanta que la reconozcan como artista, sin que eso afecte su rol como profesional. Siente que en ambos ámbitos cuenta historias: cuando canta, canta una historia; y cuando atiende a una persona, se trabaja en la historia de esa persona.

Otra iniciativa que ha implementado para unir el derecho, los derechos y la música es la incorporación en sus actuaciones de una idónea en lengua de señas uruguaya, presente desde que sube al escenario hasta que baja. Es una de las pocas artistas, si no la única, en hacerlo.

Ha recorrido casi todos los escenarios de Durazno y ya está saliendo a otros, como Atlántida y Montevideo. Tiene pendiente subirse al escenario mayor del Festival Nacional de Folclore. Ha estado muy cerca, en el Rancho de Piedra, y seguramente la veremos cumplir ese anhelo en próximas ediciones, porque Lorena está en pleno crecimiento como artista, no tiene techo y todo indica que será convocada.

Ejerce en Durazno como abogada. Tiene su estudio en Manuel Oribe 929. Además, trabaja en el servicio de atención a mujeres en situación de violencia basada en género, procurando incorporar un enfoque social y humano, para que las personas que atiende encuentren en ella un lenguaje cercano y se sientan contenidas y cuidadas.

En sus tiempos libres disfruta de la naturaleza, donde encuentra inspiración. Un ejemplo de ello es su composición “Mi Durazno yo te canto”, inspirada en los espacios que recorre, valora y promueve a través de la música, como el río Yi. Le encantan los atardeceres en las playas. También dedica momentos a ver alguna serie, leer, compartir con su familia y disfrutar de sus mascotas, dos perritos llamados Felipe y Teo.

Cree en Dios y en que todo pasa por algo, en que todo tiene su tiempo.

Sus sueños incluyen viajar, conocer diferentes culturas, recorrer más escenarios y llevar su música a otros lugares con su propia esencia. Sobre todo, sueña con mantenerse fiel a sí misma, a sus convicciones, a lo que siente y piensa. Otra de sus aspiraciones es culminar la carrera de Escribanía, que ha iniciado recientemente.

Tiene claro que, con perseverancia, constancia y objetivos bien definidos, todas las metas pueden lograrse, sin importar las realidades que nos toquen vivir. Considera fundamental buscar apoyos y aliados en el camino para concretarlas. Y reafirma: “no debemos permitirnos perder eso que todos llevamos dentro, la capacidad de ser soñadores.”