Día del Maestro: raíces, luchas y legado de quienes encendieron la luz del saber

El 22 de setiembre Uruguay celebra el Día del Maestro. Más que una efeméride, es la memoria de quienes dedicaron su vida al oficio de enseñar: desde José Pedro Varela hasta miles de maestros y maestras rurales, urbanas, de ayer y de hoy. Una reflexión sobre el origen de la fecha, las figuras que dejaron huella y la vigencia de su misión.

Cada 22 de setiembre, Uruguay detiene sus clases y sus rutinas para rendir homenaje a sus maestros. La fecha fue establecida oficialmente en 1939, por resolución del Consejo de Educación Primaria y Normal, y se convirtió desde entonces en un día para reconocer el trabajo docente, en especial en los niveles inicial y primario. La reforma educativa impulsada por José Pedro Varela en el siglo XIX estableció los fundamentos: educación gratuita, laica y obligatoria. Con la creación de escuelas en todo el país, también en zonas rurales, se empezó a construir la idea de que el saber no sería privilegio de pocos sino derecho de todos. El decreto de 1939 vino a institucionalizar una fecha que permitiera detener el tiempo, al menos un día al año, para recordar a quienes eligieron enseñar como vocación, muchas veces en condiciones duras, sin reconocimiento y con limitaciones materiales.

Entre las figuras que dejaron huella se encuentran José Pedro Varela, ideólogo de la escuela pública uruguaya; María Stagnero de Munar, formadora de maestras comprometida con la pedagogía y la igualdad de oportunidades; María Espínola, maestra rural y autora de La escuela y el progreso (1922), defensora de la escuela en el campo como espacio comunitario; y Elena Quinteros, maestra y militante, símbolo de compromiso educativo y social.

La poeta Juana de Ibarbourou escribió: “Maestro: siembra tú con amor, que ya vendrán otros a recoger la cosecha”. Una frase que condensa la paciencia y la esperanza del oficio. El propio Varela sostenía en La Educación del Pueblo: “El porvenir de la nación está en la escuela”. Palabras que recuerdan que el magisterio siempre fue más que un empleo: es vocación y destino colectivo.

En un Uruguay urbano y digital, los desafíos en sectores rurales o vulnerables persisten: distancias, infraestructura y acceso. Celebrar el Día del Maestro no es solo decir gracias: es comprometerse con mejores condiciones para enseñar y aprender. A las maestras y maestros de ayer y de hoy: gracias. Porque con tiza, libros o pizarras digitales siguen abriendo caminos de libertad y justicia.