Ana Inés Lucian: familia, trabajo y pasión por viajar

Ana Inés Lucian González es hija de Washington y Mónica, dos personas trabajadoras y emprendedoras que transmitieron a sus hijos, Ana Inés, Israel y Joaquín, que la familia y la unión familiar eran lo más importante. “Son mis referentes, y también los de mis hermanos”, dice con natural admiración hacia ellos.

Por Anabela Prieto Zarza

Junto a Juan, arquitecto y, sobre todo, su compañero de vida desde hace 28 años, ha construido una hermosa familia con sus hijos Malena, de 11 años, y Felipe, de 9. Cuenta que Juan ha contribuido a que pueda realizarse como mujer y como empresaria, porque siempre ha estado ahí para apoyar sus iniciativas, compartiendo los mismos valores familiares. Ambos desean, y trabajan para ello, que sus hijos valoren cada oportunidad que reciben, que comprendan que sus padres trabajan mucho para que puedan estudiar y desarrollarse. Les dedican tiempo de calidad, les hablan de su infancia, “lo linda y sana que fue”. Transmiten los valores que seguramente ellos mismos recibieron. “A veces creo que les hablamos demasiado”, confiesa entre risas.

El rol de la familia fue clave para su desarrollo: siempre la respaldaron. Cuando los niños eran pequeños y Ana Inés debía viajar acompañando una excursión, Mónica y Juan se quedaban con ellos. Recuerda que la primera vez que viajó con un grupo de “gurises” a Bariloche, Juan tomó un avión con Malena de apenas siete meses para esperarla allí. Sin embargo, casi siempre él y su madre se quedaban a cuidarlos. Ahora, con los hijos más grandes, ya no tiene esa necesidad, pues delega en su equipo.

Nació en Florida, pero se creció en Durazno, donde cursó estudios primarios y secundarios. Recuerda con cariño las idas a Florida a visitar a su abuela; le encantaba ir, aunque se considera duraznense.

Al terminar el liceo se mudó a Montevideo para estudiar Técnico Contable, fascinada por los números y convencida de que su futuro iría por ese camino. El tiempo le demostró que no era así, aunque los conocimientos adquiridos le resultan muy útiles en su empresa. Mientras estudiaba trabajó en un estudio contable, pero en 2011 la empresa de sus padres estaba en pleno crecimiento y sintió la necesidad de regresar.

La empresa había comenzado, con su madre al frente, como transporte escolar. Su padre, que era chofer en otras compañías, se incorporó más activamente tras jubilarse. Con el tiempo sumaron nuevos rubros: excursiones, transporte corporativo y, cuando Ana Inés se unió, también una agencia de viajes, “que es lo que más me gusta”, afirma. Y agrega: “En realidad, cada uno de los tres hermanos está en el lugar que más le gusta. Cada uno, desde su función, hace que funcione todo el engranaje de Lucian Transporte y Turismo”.

Con el retiro de sus padres —aunque Ana Inés asegura que siempre están presentes—, los tres hermanos asumieron la conducción de la empresa. Fue un proceso natural: quizá ella sea la más visible, pero las decisiones las toman en conjunto. “Jugamos de memoria”, explica. Se apoyan mutuamente y se reparten responsabilidades con total confianza.

Hoy, Lucián Transporte y Turismo mantiene su esencia: transporte de pasajeros, servicios corporativos, excursiones familiares, traslados deportivos… todo, menos el transporte escolar con el que empezaron. Su público objetivo es local, aunque también trabajan en la región. Apuntan especialmente a las familias y a adultos que buscan atención personalizada, que valoran poder resolver todas sus dudas y contar con el respaldo de su agente. Sus viajeros saben que, durante el viaje, siempre tendrán un número de teléfono disponible las 24 horas.

El área de transporte en la que se desenvuelve es, en un 99 %, masculina, y al principio no fue fácil entrar. Sin embargo, ha sabido marcar presencia sin perder su esencia femenina, ganándose respeto y valoración. En pequeñas cosas, reconoce que a veces pide a uno de sus hermanos que realice una llamada “porque no me están dando bolilla”, o que hay choferes que prefieren conversar de temas personales con ellos. Pero aclara que eso nunca fue una limitante.

En la agencia trabajan cuatro mujeres; es la parte femenina de la empresa. En la sucursal de Paso de los Toros hay otra integrante más. El equipo está consolidado y en constante capacitación, algo imprescindible para conocer nuevos destinos y poder venderlos mejor.

Ama su trabajo: va todos los días con entusiasmo, feliz de tener una familia hermosa, un empleo que le apasiona y salud.

Reconoce que es otra persona después de 2020. La pandemia no solo la afectó laboralmente, sino que la llevó a cuestionarse todo. Su gran lección fue entender cómo un factor externo, que no estudiaste en ningún libro ni tus padres te enseñaron, puede sacudir al mundo y obligarte a aprender. Aprendió a atender a los clientes en un contexto incierto, a resolver problemas para personas que tampoco comprendían bien lo que sucedía. Pero su mayor aprendizaje fue valorar lo que estaba dejando de lado por darlo por seguro.

Su hija estaba en primer año de escuela y debía enseñarle a leer y escribir, además de cumplir con las tareas diarias. Se preguntaba cómo hacerlo, pero a medida que avanzaba y lograba resultados, se convencía de que si podía con eso, podía con más. De lo negativo rescató lo positivo: descubrió su capacidad, su energía para hacer cosas diferentes y la importancia de ayudar. Por eso, desde entonces, se vuelca de lleno a actividades solidarias.

Es Leona —integra el Club de Leones Uruguay Siglo XXI—, pertenece al Club de Tenis, a la Asociación de Agencias de Viaje y colabora con la Fundación Impacto. A esta última acude los viernes por la mañana para servir el desayuno a los chicos. “Es una hora que renuncio a cosas mías, pero que da mucho a quienes lo necesitan”, comenta. Incluso sus hijos a veces le piden que los despierte temprano para acompañarla. Orgullosa, cuenta que Malena y Felipe forman parte del Club de Cachorros Siglo XXI, donde practican la solidaridad siguiendo el ejemplo de sus padres.

Su hobby es —en mayúsculas y negrita— viajar: a cualquier parte, desde Montevideo hasta Italia.

Siempre tiene un viaje en mente, incluso algunos que serán sorpresa. En el otro extremo, disfruta mucho de su casa. Reconoce con humor un “defecto” que cree deber corregir: su proactividad la lleva a ser la primera en contestar en un grupo de WhatsApp. “Trato de contenerme, pero me cuesta”.

Su sueño es ver a sus hijos felices y que sepan valorar lo que tienen: la familia, las oportunidades, todo.

Si tiene que dar un mensaje, lo hace desde su experiencia cuando dejó Montevideo para integrarse a la empresa. Tenía miedos, dudas, cometió errores… pero en el camino aparecieron fuerzas que no sabía que tenía. Recomienda rodearse de personas que te impulsen y te hagan sentir capaz.