Domingo Rielli, preguntó: «¿hasta dónde este Parlamento puede definir qué es la dignidad a la hora de morir?» Magela Rinaldi, aseveró: «es un reconocimiento a la libertad y la autonomía personal»
La Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Ley de Eutanasia y será ahora la Cámara de Senadores quien realice el tratamiento del tema.
Los legisladores del departamento de Durazno, dieron su visión al respecto y compartimos aquí su enfoque.
La Diputada del Frente Amplio, Prof. Magela Rinaldi González, se refirió al tema en sus redes sociales, señalando textualmente:
«La ley de «muerte digna» es un reconocimiento a la libertad y la autonomía personal, pero ante todo, es una ley de amor y respeto. Amor hacia quienes atraviesan un sufrimiento irreversible, y respeto por su derecho a decidir hasta el último momento. No se trata de promover la muerte, sino de garantizar el derecho a decidir cómo y cuándo poner fin a ese sufrimiento irreversible».
Agrega que «Esta Ley abraza a las personas y a sus familias, recordándonos que la compasión es la forma más humana de cuidar. Es un mensaje de humanidad: que el final de la vida también puede ser vivido con respeto, amor y libertad. Uruguay vuelve a dar un paso valiente, reconociendo que la libertad también se ejerce en el adiós, y reafirma su compromiso con los derechos humanos».
El Diputado Domingo Rielli San Martín (Partido Nacional) en su intervención de quince minutos durante la sesión señaló (en una parte de sus palabras) que «realmente es un tema que me preocupa», agregando que «desde que comenzamos a manejar el tema de que íbamos a tratar en el Parlamento la Ley de Eutanasia, abrí mis oídos a escuchar todas las voces y opiniones especialmente en mi sociedad duraznense. Así que consulté médicos, profesionales de distintas ramas, mutualistas, la sociedad civil en sus diferentes manifestaciones. Realmente pensé que me iba a encontrar con aquello de que a la gente no hay que hacerla sufrir y hay que aliviar el dolor en la medida de lo posible. Mucho más, con una opinión mucho más fuerte de todos los que consultaba. Realmente me llamó la atención la cantidad de gente que no estaba de acuerdo con que esta Ley se votara en el día de hoy. Entrando concretamente a lo que íbamos a votar que era la Ley de Eutanasia, en definitiva es un proyecto de Ley sobre muerte digna. Yo digo hasta dónde este Parlamento puede definir qué es la dignidad a la hora de morir, cómo se maneja, cómo se llega a la dignidad para que una persona muera, cómo le podemos explicar a la sociedad que vivimos hoy en día que a veces está totalmente acusiada por el suicidio, especialmente el suicidio en los jóvenes de nuestro país, que a veces y en muchos casos este Parlamento dice que para lograr la dignidad se debe morir».
Sostuvo luego que «mucho me preocupa que seamos parte de un Estado apurado para terminar con la vida y que no tengamos apuro para acompañar los procesos que acompañan la vida, los procesos que acompañan a la gente que más necesita del estado para vivir, como por ejemplo con la reglamentación que ya se debería haber puesto en práctica de la ley de cuidados paliativos. La eutanasia no es lo que la mayoría suele pensar porque es una práctica confundida con prácticas médicas como la sedación paliativa, entre otras. Muchos dicen estar a favor o en contra a partir de falsos supuestos y con cierto desconocimiento del proyecto de Ley en discusión. El proyecto de Ley presentado este año, similar al tratado de diputados en el año 2022, no sólo desconoce las sugerencias de muchas instituciones, del colegio médico y de expertos en bioética, es como si fueran en el sentido contrario de cuidar y reconocer derechos en una facilitación del suicidio de personas vulnerables con enfermedades irreversibles o personas con discapacidad que no tengan una buena calidad de vida. No solamente es el sí o no a la eutanasia, también es el sí o no a la Ley que vamos a estar votando, señor Presidente, y queremos hacer un repaso de la misma».
«El artículo 2 no incluye sólo a personas con enfermedad terminal, sino a toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que padezca una o más patologías o condiciones de salud incurables, irreversibles, que menoscaben gravemente su calidad de vida, causándole sufrimiento que le resulten insoportables. Esas personas tienen derecho a la eutanasia. Psíquicamente apta quiere decir que pueden consentir, que pueden tomar decisiones, pero puede ser una persona deprimida, que está lúcida, puede ser una persona que se siente como una carga para su familia, se siente abandonada y prefiere morir por la soledad, no por la enfermedad».
«Y no hay psiquiatra, ni psicólogo, ni asistente social en el proyecto que vamos a votar para que acompañe a esas personas en esa situación. Que el artículo diga una o más patologías o condiciones de salud incluye discapacidad, porque muchas condiciones de salud incurables, irreversibles, son formas de discapacidad con malos cuidados. En situaciones de extrema vulnerabilidad les estamos ofreciendo una salida rápida e hipócrita, concluyendo que es su decisión quererse morir. La comisión que evalúa esta supuestamente muerte digna, actuará después de fallecida la persona. Esto ha sido ampliamente criticado, pero no parece ser algo atendible por los promotores del proyecto».
Más adelante Rielli dijo que «el Código Penal Uruguayo no penaliza el homicidio ni la integración o ayuda del suicidio por razones religiosas, sino por la protección de la vida humana. El problema de fondo es que la eutanasia implica legalizar la muerte de pacientes con su consentimiento lo que plantea serias preocupaciones desde la perspectiva de los derechos humanos, la igualdad ante la Ley y la dignidad inherente a toda vida humana. La eutanasia no está exenta del sufrimiento. Puede implicar un impacto emocional o moral en el propio paciente, en sus familiares que muchas veces no logran procesar en paz su participación en este desenlace y en los profesionales de la salud a quienes puede exigirse desactuar contra sus convenciones y principios éticos. En los países desarrollados en los que su enfoque y forma de acercarse al final de la vida está centrado en cuidar y no en causar la muerte, la laicidad no es libertaria ni individualista en sentido extremo sino que pone mucho énfasis en la responsabilidad del Estado hacia el cuidado y protección de la vida. La idea de morir con dignidad se traduce en niveles de excelencia con los cuidados paliativos, acompañamiento espiritual y respeto a la persona, pero no en facilitarle su muerte activamente. En ese sentido la dignidad es entendida como cuidar al paciente hasta el final no como interrumpirle la vida, pero también se oponen a legalizar la eutanasia porque la autonomía individual no se entiende como absoluta en la tradición de diferentes países, incluso dentro de la laicidad la autonomía se equilibra con la interdependencia social, se parte de la idea que el sufrimiento extremo no debe llevar automáticamente a la muerte, sino a una mejor atención, mayor compañía y cuidado colectivo. En cierta forma se quiere evitar el riesgo de que la eutanasia pueda normalizarse como respuesta social al sufrimiento especialmente en ancianos, en personas con discapacidad o en personas en soledad».
