LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Hay acontecimientos en la historia de la Humanidad que resulta vital recordar, sobre todo aquellos que han traído horror, desolación y muerte a los pueblos. No es bueno vivir en el pasado, pero la experiencia en la vida de los hombres y de los pueblos, es una muy buena herramienta, para encarar los aconteceres que la vida depara.

Por Saúl Moisés Piña

El 1ro. de setiembre de 1939 se inició la Segunda Guerra Mundial.

En el principio, se estimó que el conflicto era temporal, al punto de que se calificaba como una “aventura guerrera”. Era notorio que los soldados iban al frente sonriente y con una flor en la boca del caño del fusil, lo que parecía una aventura romántica. La realidad fue otra y el conflicto se extendió durante cuatro años, involucrando veintiocho países en todo el mundo, con un saldo de casi 70 millones de muertos, la mayoría de los cuales no sabía los objetivos del enfrentamiento. Se suman los millones de dólares en pérdidas materiales, provocando la destrucción de varios países. Más de una generación se vio afectada por aquella locura destructora, producto del desequilibrio mental, el apetito de poder y el fanatismo de un ser con perfil asesino: Adolfo Hitler.

NADA HEMOS APRENDIDO

La Segunda Guerra tuvo influencia directa sobre el Uruguay, al punto que tanto Estados Unidos de América como Inglaterra, cumplían operaciones de inteligencia en nuestro territorio y el gobierno uruguayo era presionado; lo que motivó el funcionamiento de una Comisión Investigadora, para analizar denuncias, de posibles conspiraciones de nazis uruguayos. Se hacían además ensayos de oscurecimiento y medidas de protección por bombardeos, lo que causaba temor en la población, promoviendo una especie de sicosis de guerra en algunos vecinos. En varios barrios de Montevideo, se crearon, los denominados “Grupos de Defensa Pasiva”, para detectar sospechosos de actividades nazis.

Nuestra ciudad fue escenario de vandalismo contra comercios, destacándose un confuso hecho donde perdió la vida un conceptuado vecino.

La Humanidad no tiene buena memoria y con el tiempo transcurrido y el daño que la guerra produjo, los conflictos bélicos se mantienen cada vez con mayor intensidad, promoviendo horror y muerte, en un escenario que analistas advierten la posibilidad de una nueva guerra mundial.

La salvación telúrica no puede estar en la implacable destrucción de algunos pueblos y de algunos hombres, sino en la redención de todos .Resulta difícil lograr la armonía de convivencia, en un mundo en que las naciones se ubican en espectro que abarca los primeros planos de la omnipotencia económica y los oscuros niveles del subdesarrollo y con ideologías que tienen como bandera, el sometimiento del pueblo, la dictadura y la falta de libertad. Nos invade el auge del relativismo negador de lo trascendente, la humillación del intelecto ante los avances de la trivialidad, la plácida complacencia a la frivolidad, la mentira, la filiación progresiva de una filosofía desdeñosa de las jerarquías del espíritu y la renuncia por parte de ciudadanos a su dignidad, por imperio de su afán de frágiles posiciones sociales.

Para mejorar esta sociedad en crisis, es fundamental cultivar el dialogo, dotar al hombre de una cultura humanista, mediante el desarrollo de la belleza del arte, del conocimiento, de la ética y la verdad como trabajo intelectual, potenciando todo lo noble y grande que la vida nos puede ofrecer.

Debemos reforzar la cadena de la fraternidad y la tolerancia, eliminando dos enemigos que viven en armonía a lo largo de la historia y que son amenaza para la democracia: el utilitarismo y el afán de poder.

No dejemos que la violencia nos supere en la batalla de la vida, para evitar el dolor del hombre combatiendo con el hombre.