Docente, Empresaria, Voluntaria…

Graciela Menditeguy González, una de las titulares de K-Lu, mamá de Josefina y esposa de José, vivió su infancia en Santa Bernardina. Todos quienes vivieron en Santa Bernardina y fueron a la Escuela Nº 11, hoy llamados Yimeños, hablan maravillas al respecto. Graciela también: tiene los mejores recuerdos de compañeros, maestros y vecinos. Pasar por la Escuela aún le da nostalgia.

Por Anabela Prieto Zarza

Adolescencia en el Liceo Rubino y luego Magisterio, donde cosecha grandes amigos y se forma un grupo que se mantiene unido hasta la fecha, hace ya 40 años.

Ejercicio del Magisterio

En el año 86 comenzó a trabajar en Fray Marcos, Florida. Después la Escuela Rural Nº 55 Sarandí de Cuadras, en la época que los maestros tenían que quedarse toda la semana. Los viernes a las 15 hs, no se esperaba el ómnibus, se hacía dedo con tal de estar un rato antes en Durazno.

El siguiente destino Sarandí del Yi, donde compartía habitación toda la semana con Cristina, compañera de generación con quien cultivó un vínculo muy lindo. Tampoco se podía viajar todos los días, no había horarios.

Al fin llega a Durazno, Escuelas Nº 2, 10 y 8. Comienza a trabajar en doble turno, ingresando al Colegio San Luis de los Hnos. Maristas donde estuvo 27 años. Maestra de primaria y catequesis en secundaria (es una mujer de profunda fe y católica practicante, vive la fe dentro y fuera de la Iglesia, cada día de su vida).

En el 98 nace Josefina. Con una niña recién nacida le ofrecen continuar en primaria, pero sumarse como adscripta en secundaria, lo que implicaba más horario. Quería hacer la especialización en Educación Inicial. Y logró todo, trabajo y estudio, con el respaldo de José y de su suegra lo hace en 2 años, dice orgullosa y agradecida. Tenía apenas 34 años: “éramos tan viejas”, refiriéndose a las compañeras de esa generación. Nos reímos.

El paso por el Colegio, le dejo muchas satisfacciones, alumnos, padres, compañeros, pero destaca a los Hnos. Maristas con quienes aprendió a conocer el carisma marista, a Marcelino Champagnat y, fundamentalmente, a vivir en el amor al prójimo, atendiendo a los más necesitados.

Destaca haber vivido la docencia con amor por lo que hacía, “ser docente no es sólo enseñar, impartir conocimientos, es estar muy atento a los niños y adolescentes, que tienen sentimientos, vienen cargados de emociones, de alegrías y tristezas. Entonces hay que actuar, contener, fortalecer, trasmitir confianza, seguridad, estar”. Poner límites, pero desde un lugar de apertura, escuchar sus inquietudes, preocupaciones, enojos y propuestas. “Hay que entenderlos”.

K-Lu

Con sus hermanos tenían pensado concretar un proyecto familiar, para cuando estuvieran “más grandes”. El Colegio le implicaba muchas horas, tenía poco tiempo para ella, al mismo tiempo se sentía activa y tenía la necesidad de emprender otras cosas. Surge la compra de la empresa, la firma con sus existencias y no lo piensan, con sus hermanos concretan su proyecto.

Graciela se convierte en la cara visible del emprendimiento, sus socios cumplen otros roles, y tienen otras actividades.

Recuerda que no fue fácil, el miedo a lo desconocido, la incertidumbre, no conocía el “oficio”, pero se sabía buena con el público. Aprendió a planificar las compras, atender proveedores, armar estrategias comerciales, manejar programas informáticos, administrar el personal. Pero no estaba sola, la contabilidad la lleva un estudio y sus socios hacen su parte.

Destaca el rol del equipo maravilloso que la acompaña y sabe que son parte de su éxito. Tiene claro que el excelente relacionamiento con sus colaboradores, asegura que todo funcione de la mejor manera y está convencida que todos y cada uno de los integrantes, entre los que se incluye, son igualmente importantes.

Hoy no se ve de otra forma que no sea allí, en relación con el público, socializando, proyectando. Se siente muy satisfecha de lo logrado. Otra de las cosas que aprendió fue a administrar su tiempo, para el trabajo, para ella, para sus realizaciones personales, pero sobre todo para la familia. Eso implica delegar, involucrar a su equipo y lo hace.

El disfrute

Hace gimnasia, lee, sobre todo de noche (novelas generalmente), algún viajecito. Las vacaciones de verano en familia y con amigos son de disfrute total, además de impostergables. En ellas se reinicia.

Voluntariado

Participa en actividades solidarias en la Parroquia San Pedro (hasta el año pasado daba catequesis), colabora con Organizaciones Sociales, extiende su mano cuando sabe que alguien la necesita. A ella no le gusta que lo cuente, pero siempre anda atrás de los más necesitados, llevando comida, ropa, agua cuando la seca, fletes cuando las inundaciones. Codo a codo con José, en silencio están donde pueden dar.

Es voluntaria en la Fundación Impacto. Hace dos años la convocaron para integrar el equipo de educación, se sentía fuera de foco, decía que estaba desactualizada, pero aceptó. Junto a otros docentes y colaboradores le dieron forma al Proyecto Educativo necesario para lograr la habilitación del Liceo.

Llego el gran día, el Liceo se inauguró, el hijo de toda esa gente visionaria y solidaria había nacido. No podía alejarse, había tanto por hacer. Se necesitaban, y se necesitan aún, tantas manos solidarias que se quedó, profundizando el compromiso. Hoy va una vez a la semana a servir el desayuno, el almuerzo (es cuando más participa porque es su hora libre) o merienda, acompaña en salidas didácticas y cada vez que la necesitan y puede. Cree que Liceo Impacto cambiará vidas, tanto de los alumnos como de quienes les rodean.

El futuro: Se siente con energía, le gusta hacer lo que está haciendo, es feliz y el retiro no está en sus planes

Su mensaje

“Disfruten cada momento de la vida, regalen felicidad, alegría, busquen espacios donde servir que es el mejor regalo que se pueden hacer. Siempre vamos a encontrar a alguien que necesita afecto, contención, busquen esos espacios y brinden amor. Una sociedad mejor es la que se construye con corazones dispuestos a tender una mano.”