Ideas jóvenes, raíces duraznenses

Creatividad, esfuerzo y dedicación impulsan a una nueva generación de emprendedores que elige apostar por Durazno. Historias que inspiran desde el corazón del país.

por X. Fleurquin.

Cada vez más jóvenes duraznenses eligen quedarse en su ciudad y apostar al crecimiento y desarrollo personal desde aquí. Algunos transformaron un hobby en negocio, otros tomaron una idea inicial de muchos años y decidieron darle un vuelco moderno y dispuesto a acompañar a las nuevas tecnologías que ya estamos viviendo: gastronomía, diseño o servicios. Lo que los une es la decisión de crear desde sus raíces.

En esta serie de artículos, compartimos algunas de esas historias, que muestran que el talento local está más vivo que nunca. Conoceremos a jóvenes emprendedores que no solo apuestan a un futuro laboral distinto, sino que también impactan positivamente en la vida de su comunidad. Muchos comenzaron en sus casas, en ferias, por redes sociales o simplemente con una idea que no los dejaba dormir. Hoy cada uno de ellos está dejando una huella sobre su tierra natal.

Aníbal, 40 años. Desarrollador de software, accionista de Cablevisión Durazno. Curioso desde niño, comenzó por desarmar la computadora de su padre para entender cómo funcionaba desde adentro. En su infancia y adolescencia descubrió su pasión en el centro «PC Choice» de la ciudad de Durazno, donde se impartían clases de informática. Desde ahí inició la odisea de adentrarse y conocer el mundo, no solo de la informática sino también de la programación, las que luego serían las que le proporcionarían el sustento para su vida adulta como profesión de manera efectiva y le permitirían gerenciar y aportar innovaciones a Cablevisión, que transita un cambio de paradigma debido al avance de nuevas tecnologías.

Martín, 30 años. Profesor de educación física, jugador de fútbol. Martín nació y creció en Durazno. Desde chico se destacó con la pelota, pero ya crecía dentro de él la vocación de guiar y enseñar. Se recibió de profesor de educación física, y aunque tuvo oportunidades para irse, decidió quedarse y volcar su energía en su comunidad. Hoy da clases en una escuela pública y entrena niños y adolescentes en un club local, y aún encuentra tiempo para jugar como mediocampista en la selección de Durazno. Su doble rol, el de educador y deportista, le permite conectar con los jóvenes desde distintos lugares.

Agustín, 32 años. Contador público. Dueño de la cervecería TBH (The Beer House) y el gimnasio Athletic 360. Agustín se recibió de contador público hace algunos años y, de hecho, comenzó ejerciendo su profesión en Deloitte, empresa consultora en la ciudad de Montevideo; pero soñaba con algo más que balances y planillas. Amante de la buena cocina, la música y los buenos momentos entre amigos, decidió combinar sus talentos y abrir TBH, una cervecería furor en Durazno, que es uno de los puntos de encuentro favoritos de los jóvenes y adultos de la ciudad.

Francisco, 36 años. Profesor de música. Propietario de «Franchesco», panadería y rotisería en Sarandí del Yí. Detrás del mostrador de una panadería que huele a esfuerzo y a pan caliente recién horneado, aún late el corazón de un artista. Francisco es profesor de música, pero su historia va más allá del aula. Nacido y criado en Durazno, sus primeros acordes los encontró no solamente en el teclado, sino también entre las ovejas y los amaneceres junto a su abuelo en el campo. Fue combinando sus múltiples conocimientos aprendidos a lo largo de su vida que nació Franchesco, una empresa familiar que fue creciendo y hoy es el sustento de varias familias Sarandiyenses en el interior del departamento.

En las próximas ediciones de esta sección, te invitamos a conocer sus historias de cerca: sus inicios, sus sueños, sus desafíos, y lo que los impulsa a seguir adelante. Porque cuando se emprende desde las raíces, las ideas florecen.