Se analizó el lugar que ocupan las mujeres uruguayas en los cargos de decisión

Uruguay ha recibido observaciones y recomendaciones por parte del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW/Naciones Unidas) respecto a la baja representación de las mujeres en el ámbito público y político y la escasez de medidas para garantizar la participación plena de las mujeres en la toma de decisiones, lo que hoy es considerado uno de los indicadores más relevantes de la Agenda 2030. Se reconoce globalmente que la participación plena e igualitaria de las mujeres es esencial para lograr la igualdad entre los géneros e impulsar el progreso hacia el desarrollo sostenible. 

Este nuevo diagnóstico sobre el lugar de las mujeres uruguayas en los cargos de decisión se basa en dos antecedentes de 2011 y 2016 que nos permiten recorrer la evolución en perspectiva comparada. Además, se propuso avanzar en el relevamiento de nuevos espacios de toma de decisión que no habían sido relevados anteriormente. Visibilizar la desigualdad de género en el acceso a la toma de decisiones es indispensable para el diseño de políticas públicas que promuevan la igualdad y da cuenta de la vulneración de derechos, pues deja en evidencia la distancia entre la igualdad formal y la igualdad sustantiva que afecta a las mujeres. 

Finalmente, Uruguay ha ratificado compromisos internacionales que demandan atender esta situación. 

Consultamos a algunas referentes políticas del departamento con respecto a esta situación y cómo la viven, desde su perspectiva de mujer y de políticas. 

“La participación de las mujeres en espacios de decisión, ha sido siempre muy cuestionada y llena de obstáculos. Aun así,  es cierto que se han obtenido avances significativos en materia de leyes, otorgándonos algunas mejorías, sobre todo, en los intentos de igualar las situaciones  de la mujer y el hombre en el plano de los derechos políticos y sociales pero, la expansión  y participación  en esos espacios, es un fenómeno propio de las últimas décadas” dijo Silvana Cunha. 

“Es lógico preguntarse si ese avance responde al accionar proactivo de las organizaciones feministas o si se trata de una evolución natural del aumento de mujeres profesionales. Posiblemente se trate de una combinación de ambas. Existen datos donde se evidencia la existencia del denominado “techo de cristal” para las mujeres a la hora de acceder a los niveles más altos de conducción, ya que a medida que aumentan los niveles, disminuye la proporción” agregó. 

“Esto se profundiza en los niveles de mayor jerarquía (cargos políticos y de confianza), donde el mayor porcentaje de estas funciones de conducción siguen siendo ocupadas, en su gran mayoría por hombres.  En los restantes niveles, la proporción se acerca a la paridad, pero no llega a serlo completamente. Sin dudas, la participación en los escenarios donde se toman decisiones, históricamente,  siguen estando condicionadas por situaciones como el peso de las responsabilidades familiares superpuestas con un empleo que sigue profundizando la brecha salarial, conjugada en una carga laboral desproporcionada” indicó. 

“Si a eso le sumamos que muchas mujeres enfrentan situaciones de violencia y abusos, además de un trato desigual tanto en su propio hogar, como en su entorno laboral solo por el hecho de ser mujeres, el problema se amplifica en que el liderazgo efectivo y exitoso valorado en los diferentes ámbitos, ha sido definido a partir de lo que injustamente conocemos como “atributos masculinos”, la fortaleza, asertividad, decisión y ejecutividad. Este estereotipo, que aún continúa vigente en nuestra sociedad, se convierte así en un importante obstáculo en el proceso de selección para un puesto de decisión, ya que las mujeres que aspiran a un puesto de decisión quedan intrincadas en una situación paradojal: si manifiestan asertividad, ambición, o cualquier otro rasgo estereotípicamente catalogado como masculino, se las tilda de mandonas y desagradables; si tienen un estilo de liderazgo más relacionado con las denominadas “habilidades blandas”, se dirá que no reúnen las capacidades necesarias para liderar” agregó. 

“Entonces, el gran desafío y la gran oportunidad que tenemos es deconstruir creencias sociales arraigadas, romper con prejuicios y discriminaciones en las estructuras y aceptar liderazgos plurales y diversos que incluyan miradas y voces diferentes. Si bien, los estudios e investigaciones siguen coincidiendo en la necesidad de avanzar en esta dirección, no solo por un tema de justicia e igualdad, sino por un tema estratégico, la diversidad de género aporta creatividad e innovación, atracción y retención del talento, mejor reputación, y también mayor rentabilidad.  Será cuestión de que esto empiece a ser parte de la agenda de una sociedad que viene pensando los cambios, pero aún no logra incorporarlos en la práctica” dijo. 

Adriana Madriaga agregó que “en lo que tiene que ver con la participación de las mujeres en los cargos de decisión, creo que hemos mejorado notoriamente en los últimos años, la equidad de género en cuanto a esto ha mejorado, creo que seguimos con algún acervo machista que no permite que se tomen en cuenta en algunos casos, en algunas instituciones, en algunos ámbitos, el rol de la mujer. Hay hombres que no les gusta ser mandados por las mujeres y eso genera que los ambientes no sean agradables para trabajar, haya una especie de maltrato, manoseo o ninguneo a la figura de la mujer”. 

“Se ha mejorado, sobre todo porque las mujeres hemos adquirido protagonismo, formación para una infinidad de trabajos y puestos de gestión y decisión, que hacen que esto también no sea gratuito, sino que haya sido ganado por mucho esfuerzo y lucha. Entiendo que estamos lejos de países del primer mundo como Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, donde tienen una verdadera igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a los cargos y la remuneración , porque si bien en algunos casos las mujeres están en cargos de decisión no son remuneradas del mismo modo que los hombres” agregó. 

“Ha habido mejoría pero hay que continuar por este camino, la unión de las mujeres, de las mujeres pensantes, empoderadas, van por el lado de lograr que se nos respete, se nos tome en cuenta, se nos valores en tanto y cuanto somos profesionales en lo que hacemos” finalizó.