Mujeres en la política: nuestro país sigue con baja participación a pesar de la cuota de género

En el plano internacional, en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres Uruguay ha ratificado todos los compromisos internacionales en esta materia.

En el plano nacional, Uruguay ha registrado varios avances en términos del marco jurídico, programático, institucional y presupuestal. El Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) creado en el 2005 ha impulsado políticas de igualdad de género y promoción de derechos. El I Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos (2007-2011) transversalizó el enfoque de género en el Estado. Se registraron a su vez varios avances legislativos como la ley de trabajo doméstico (Ley 18065, 2006), ley de unión concubinaria (Ley 18246, 2008), ley de salud sexual y reproductiva (18426, 2008), ley de cuotas (Ley 18476, 2009), ley de acoso sexual (Ley 18561, 2009), ley de identidad de género (Ley 18620, 2009), ley de interrupción voluntaria del embarazo (Ley 18987, 2012), ley de licencias parentales (Ley 19161, 2013) entre otras.

Participación política

La integración de las mujeres uruguayas en la vida política ha sido históricamente baja, caracterizándose no solo por un crecimiento lento, pero también con períodos de declive. La participación de las mujeres en las cámaras legislativas ha sido desde el retorno a la democracia en 1985 inexistente (durante la primera legislatura), luego extremadamente baja (menor al 10% durante los años noventa) y baja entre 2000-2015. Si bien la Ley de Cuotas (No. 18476) -aprobada en el 2009 y aplicada por primera vez en las elecciones nacionales de 2014- supuso un avance y contribuyó a un aumento en ambas cámaras, los resultados de la pasada elección de octubre de 2019 muestran que el país no avanzó -o incluso retrocedió- con relación a la pasada elección de 2014 (de 17.2% a 15.2% en la Cámara Baja y de 26.7% a 29% en la Cámara Alta1/2), lo cual hace que Uruguay vaya quedando rezagado respecto a los avances de la región. De hecho, al ordenar a todos los países del mundo en forma decreciente por el porcentaje de mujeres en los parlamentos Uruguay se ubica (de acuerdo con los últimos datos de la Unión Interparlamentaria) en el puesto N° 115 entre 190 países, muy lejos de las primeras posiciones.

Derechos Económicos

Con relación a la desigualdad económica entre mujeres y varones, pese a algunas tendencias positivas (el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza laboral observado durante las últimas décadas), aún subsisten notorias brechas basadas en género. Si bien las brechas entre mujeres y varones en las tasas de actividad, empleo y desempleo se redujeron entre 2006 y 2018, las diferencias en favor de los primeros siguen siendo aún muy significativas: 16 puntos porcentuales tanto en la tasa de actividad como en la de empleo y más de tres puntos (10.1% vs 6.9%) en la de desempleo.3Además de las diferencias notorias en la participación en el mercado laboral entre mujeres y varones, persiste aún una significativa brecha salarial entre hombres y mujeres. Si bien ha aumentado el salario medio por hora de las mujeres medido como porcentaje del salario por hora de los varones (en todos los grupos de trabajadores ordenados por su nivel educativo4), aún subsisten brechas dentro de grupos homogéneos en términos de formación o capacitación educativa. En un estudio reciente realizado por ONU Mujeres y CEPAL se encuentra que durante el primer año luego de la maternidad, el salario total de las mujeres se reduce en un 20% y no se logra revertir dicha penalización en el mediano y largo plazo, alcanzando una reducción del 45%, diez años después de la maternidad.5

Las mujeres han incrementado su participación en la fuerza laboral en las últimas décadas. Sin embargo, las tasas de participación femenina se mantienen por debajo de las de los hombres (54,4% versus 73,9% para el año 2013), y esto se mantiene para todas las edades y niveles educativos. Si bien los niveles de desempleo del país han bajado a niveles récord, los jóvenes, y especialmente las mujeres jóvenes, no tienen acceso a buenos puestos de trabajo. Mientras que el empleo informal ha disminuido en general, se ha mantenido ligeramente mayor entre las mujeres, especialmente en el interior del país. La tasa de empleo más baja la presentan las mujeres que viven en hogares pobres

(38,6%), mientras que para varones que viven en hogares pobres se sitúa en 64,2%, con lo cual se genera una brecha de veinticinco puntos porcentuales. Finalmente, persiste la brecha salarial entre hombres y mujeres: el salario medio de las mujeres por hora trabajada fue de 11,1 puntos porcentuales inferior al de los hombres; paradójicamente, esta diferencia alcanzó su mayor magnitud entre las personas con los niveles educativos más altos: 27%.