Copa América 1916 La primera (no fue) en casa.

El primer “Campeonato sudamericano de fútbol”, posteriormente llamado Copa América, se jugó en Argentina, y además de “la albiceleste”, como les gusta denominarse a nuestros vecinos, participaron las selecciones de Brasil, Chile y Uruguay

Por Javier Díaz Menéndez

En julio de 1916, Argentina conmemoraba el centenario de su independencia en
medio de una crisis económica y política, agravada en parte por la influencia de la
Primera Guerra Mundial, la cuál intensificó todos los problemas internos.
En ese contexto, el fútbol comenzaba a ganar popularidad y a despertar gran interés
en toda la población. Políticos, empresarios y dirigentes tuvieron el berretín de
organizar un campeonato de fútbol, aún en etapa amateur, para sumarlo a la
celebración del centenario independentista. Con el propósito de que Argentina se
consagrara campeón, buscando así, desviar la atención y calmar las
manifestaciones sociales que se estaban viviendo.
El torneo marcó el inicio del primer campeonato continental de selecciones a nivel
mundial, siendo el más antiguo del mundo. Mientras que en África y Asia comenzó a
fines de la década del 50, y en Europa y en América central a principios de los años
60.
El partido inaugural fue el 2 de julio entre Uruguay y Chile, con el triunfo del
combinado celeste 4 a 0.
La delegación chilena presentó una carta ante la organización, argumentando que
Uruguay había incluido futbolistas africanos en el equipo: Juan Delgado e
Isabelino Gradin, el último convirtió dos goles en ese partido.
Sin embargo el reclamo fue desestimado; Uruguay era, en aquel entonces, el único
país del mundo que tenía jugadores afrodescendientes en la selección.
Isabelino Gradin iba a convertirse en el goleador y mejor jugador de la copa. Había
nacido en Montevideo, y se había criado en los conventillos del barrio Sur y Ciudad
vieja, hijo de Matilde, lavandera y nieta de esclavos africanos traídos de Lesoto, un
país al sur de África.
Gradín, puntero zurdo, habilidoso y goleador, que le gustaba encarar a las defensas,
pero que, además de sus habilidades para el fobal, competía en atletismo para el
club Olimpia, siendo campeón sudamericano en 200 y 400 metros llanos.
Algo impensado para aquellos que vivimos la profesionalización del deporte del siglo
XXI. Eduardo Galeano en ese maravilloso libro: El fútbol a sol y sombra, decía de
Gradín: “la gente se levantaba de sus asientos cuando él se lanzaba a una
velocidad pasmosa, dominando la pelota como quién camina, y sin detenerse
esquivaba a los rivales y remataba a la carrera. Tenía cara de pan de dios y era un
tipo de esos que cuando se hacen los malos nadie les cree.”
En su segundo partido, Uruguay jugó contra Brasil, ganando 2 goles a 1, con goles
de Gradín y Tognola para la celeste, y Friedenreich para la verdeamarela.
El dato curioso ocurrió unos días antes, cuando Argentina y Brasil se enfrentaron en
la cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Justo antes de comenzar el
partido, los dirigentes de la selección Argentina se enteran que uno de los jugadores
había viajado al interior del país y no llegaría a tiempo para jugar el partido. Se
rumorea que entre los espectadores, cerca de 15 mil, se encuentra José Manuel
Laguna, que jugaba en ese momento para Huracán de Parque Patricios. Lo
buscaron entre la muchedumbre y accedió a jugar, y con él, Argentina logró
completar los 11 jugadores que empataron el partido 1 a 1 contra la selección
brasileña, un reflejo del amateurismo de la época.
¿Quién anotó ese gol? Si, fue José Laguna a los 10 minutos de comenzado el
partido con un potente remate contra el palo.
Les arruinaron el festejo.
En el último partido de la copa, tanto Argentina como Uruguay mantenían su
invicto, el locatario con una victoria y un empate, y Uruguay con dos victorias.
El partido estaba previsto para jugarse el 16 de julio en el estadio de Gimnasia y
Esgrima. Sin embargo, debido a los incidentes dentro y fuera del estadio, el partido
fue suspendido y se llevó a cabo al día siguiente en la cancha de Racing Club de
Avellaneda. El resultado fue 0 a 0, lo que llevó a que Uruguay se consagrara
campeón de la primera Copa América de la historia.