La salud mental en el foco

El reconocido sicólogo Alejandro de Barbieri estará a frente de una serie de charlas destinadas a docentes y educadores de Sarandí del Yí, Guichón y zonas aledañas, para tratar el delicado tema de la salud mental, el bulling y los adolescentes dentro de las instituciones educativas y en la sociedad.

Las charlas, promovidas por Fundación UPM serán el jueves 31 de Agosto 19:00 horas, miércoles 27 de Septiembre 19:00horas y jueves 26 de Octubre 19:00.

De Barbieri es uno de los psicólogos más afamados del país y un referente en el abordaje de temas como la fragilidad de los vínculos, la crisis de la educación, la falta de motivación y la relación entre padres e hijos. Descubrió su vocación en la secundaria, pero desde que se convirtió en papá desarrolló una sensibilidad especial que, sobre todo, prioriza los sentimientos y las emociones.

Hablar sobre el vínculo entre padre-madre-hijo es muy complejo, especialmente cuando a los adultos nos cuesta asumir una actitud activa en la práctica diaria de la paternidad. Sin embargo, Alejandro De Barbieri no se da por vencido y nos propone salir de la queja de cada día para convertirnos en verdaderos protagonistas de nuestra propia historia. A lo largo de sus años como psicólogo clínico, el autor de Educar sin culpa y La vida en tus manos ha sido testigo de una transformación social determinante en la educación de los hijos cuando las mujeres comienzan a trabajar puertas afuera: las fronteras entre el rol de papá y el rol de mamá comienzan a desdibujarse, ambos asumen una educación compartida y esto es todo un desafío.

Sobre la paternidad habla de que las presiones han cambiado “hay una generalización que supone que la mamá es más empática que el papá, pero no se puede aplicar. Sucede que hoy en día, tanto el hombre como la mujer ocupan los roles de padre y madre indistintamente, y es allí donde reside lo complejo: mientras que se espera que los dos padres hagan los dos roles, quizás ninguno de los dos lo hace. Por las características de nuestra sociedad patriarcal, el trabajo siempre fue un rol que debió asumir el papá, pero desde hace ya unas décadas, las mujeres trabajan y son madres al mismo tiempo. Y de repente, los varones debemos quitarnos el chip anterior y vincularnos más a las actividades domésticas, que antes eran de la mujer. Creo que en eso se ha avanzado muchísimo, aunque todavía hay algunos masculinos tóxicos, esos varones que no pueden incorporarse a las tareas que eran típicamente femeninas. Sin embargo, debemos hacerlo, para equilibrar tareas y trabajar los dos, para que ambos puedan dedicarles tiempo a sus hijos”.

Sobre los desafios de la educación indicó que “el desafío es mayor, hoy en día, el horario de trabajo no está tan definido como estaba antes, no existían los mails ni el celular, y a las seis de la tarde terminaba la jornada. Se llegaba a la casa temprano, y ese tiempo era dedicado a la familia, los hijos o a alguna actividad de esparcimiento. Lamentablemente, ya no pasa, y eso hace que cuando lleguemos, el nene se encuentre con la peor versión de nosotros, que estamos cansados y estresados de tanto trabajo. A su vez, como consecuencia, aumenta nuestra culpa. Tanto hombres como mujeres somos más culpógenos, queremos que nuestros hijos nos quieran y tenemos miedo de que nos “odien””.

“En Educar sin culpa lo planteo clarito, porque después de 20 años de consultas me doy cuenta de que esas palabras no llegan a los papás. Me aburrí de escuchar a padres que dicen “yo le pongo límites, pero el niño sigue haciendo lo mismo”. Y ahí es cuando digo que educar es frustrar. A las madres, como generalidad, les puede costar más poner ese límite, quizás porque tuvieron al niño 9 meses en el vientre y pueden llegar a tener más apego. Pero la grave situación que estamos viviendo hoy es que hay padres y madres que sobreprotegen juntos, entonces el niño tiene un nido demasiado calentito y al llegar a la escuela, por ejemplo, hace demasiado frío cuando una maestra les plantea ser independientes, respetar los turnos o no pegarle al compañero” indicó.

“Uno no se da cuenta de cómo educó a sus hijos hasta que llegan a la adolescencia. Me gusta mucho una frase de Hannah Arendt que dice “se usa la fuerza cuando fracasa la autoridad”, porque la autoridad no es sinónimo de autoritarismo, es entender que el niño precisa un adulto que lo ayude a autorregular sus emociones” finalizó diciedo previo a las charlas e invitando a participar de ellas.