Un camino dificil, pero posible

Las adicciones tienen muchas miradas, esta es la de una madre que tras muchos años de batallar actualmente disfruta de su hijo en etapa de rehabilitación, un camino que ella misma define como tortuoso, difícil, pero no imposible.

“Soy Silvia, tengo 53 años, mi familia está compuesta por tres hijos, Valentina de 29 años, Joaquín de 27 y Benjamín de 18. Trabajo en la salud durante todo el día, me gusta leer, la playa, la música” contó.

“La odisea con la droga comenzó cuando mi hijo tenía 14 años, era un chico bastante rebelde, lo trataron siempre como hiperativo y siempre buscaba cosas para hacer, casi siempre peligrosas. Me llamaron del liceo por su conducta, una adscripta fue la que me dijo que estaba consumiendo marihuana, no le creí, me enojé muchísimo, pero me quedó eso picando. Conseguí una orden para realizar un análisis de orina y aunque dio positivo seguí justificando todo, que era poco, que era algo pasajero, él me decía que era de vez en cuando. Fue así como comenzó la lucha” agregó.

“Repitió varias veces segundo año, comenzó a ir al liceo nocturno y tampoco tuvo buenos resultados y le dije que iba a ir a trabajar al campo, un poco castigándolo pero en realidad a él le encantó esa vida. Lo que veía de positivo era que estaba lejos de las “ malas juntas”, que por cierto influyen, pero está en la cabeza de cada uno decir que no a ciertas cosas. El es un chico muy sensible pero no tiene la capacidad de superar las frustraciones” contó.

“Trabajó en varios lados, pasaron los años, los problemas de comportamiento no eran tan graves, sabía que consumía marihuana y consideré que no pasaba a mayores. Comenzó a trabajar y ganar dinero, se compró su moto, tenía horario para volver a casa y bueno, como siempre dije que no pasaba a mayores lo del consumo, le buscaba la vuelta para ir sobrellevando las situaciones que se presentaban. Le decía que no me gustaba que anduviera con ciertas personas, le decía que sufría, una madrugada llega a casa apuñalado, no pasó a mayor entidad pero ese día había consumido, y no era marihuana, era cocaína, porque tenía poder adquisitivo para comprarla. Ahí tratamos de que saliera adelante, pensé que ese susto le iba a ayudar a dejar las drogas, pero no fue así” dijo.

La aceptación del problema fue parte fundamental de la solución, una aceptación que provino de su experiencia diaria y de ponerse fuerte ante las situaciones que se estaban produciendo en su hogar y en su entorno.

“Pasaron los años hasta que en 2019 fue el peor año, perdió el trabajo, él es muy guapo y aunque sea de changas trabajaba, pero los trabajos estables los había perdido, por su conducta, por inasistencias, por diferentes problemas, ese fue el daño más tétrico. Vi que todo se estaba agravando, faltaban cosas de mi casa, no podía dejar de trabajar porque soy jefa de familia y tengo que solventar las necesidades de la casa. En el mes de mayo conoce a una muchacha, la lleva a mi casa y descubro que la chica tiene antecedentes, que estaba en la misma que él, entonces me impongo, le dije que ella no podía estar allí, me dijo que si ella se iba él también, por lo que me puse firme y estuvo un mes en la calle, deambulando en la plaza, pidiendo alimento. Fue una situación muy dura, todo el mes de mayo estuvo en la calle, lo buscaba para llevarle comida por la noche, no lograba nada. Pero se separaron, volvió a casa y el siguió saliendo todas las noches, guardaba la llave bajo la almohada para que no pudiera salir” dijo.

“Tengo que decir que era un muchacho dócil en cierto sentido, no había violencia, pero igualmente era difícil compaginar el horario de trabajo y las circunstancias del hogar. El había vendido cosas, desde su moto a una bordeadora, sus cosas y otras del hogar, para poder comprar drogas” agregó.

“En junio tuvo una desintoxicación, mi idea siempre fue lograr que fuera a un centro de rehabilitación y estuvo dos veces en siquiatría, que ahora él me explica que eso no es la solución para un adicto, fue su peor momento porque le daban pastillas que lo dejaban zombie, se escapó dos veces. La última vez hice una denuncia, dije que había sido atacada aunque no era cierto y el juez dispuso que se tenía que internar para desintoxicarse, en una sala común, allí estuvo un mes en el que no estuve con él, no lo acompañaba. Cuando le dieron el alta, volvió a lo mismo, en agosto conozco a través de las redes a una comunidad a través de la cual nos acercamos a una rehabilitación” dijo.

Su acercamiento a las comunidades fue parte de la salvación de su hijo y de la familia, un antes y un después del que regresaron diferentes.

“El grupo Madres del Cerro fue con el que me comuniqué, tuve familiares que me ayudaron económicamente para poder llevar adelante la internación y consideré que era la última chance. Horas antes de ir al Centro me mintió, fue a consumir y tuve que traerlo de una “boca”, algo que hice varias veces juntando mucho valor. Lo llevé drogado, en un viaje de dos horas que fue eterno, Joaquín había comenzado con la pasta base, estaba flaco, con un color feo. La gente de esa comunidad lo recibió, lo dejé sin saber quienes eran a pesar de todas las referencias que tenía, me volvi sola y al mes pude verlo, había cambiado, era otra persona, no era el que había dejado, comenzamos así a vernos al menos dos veces al mes. Estuvo seis meses en esa comunidad, se abrió en Durazno “El Faro” a la cual se unió.En marzo abrió el faro acá en durazno y siguió el tratamiento. En mayo comenzó a trabajar en el bioparque que era el trabajo que había comenzado cuando se internó . Estando en el faro también hizo el curso de barbero. En agosto salió de El Faro ya de alta. Fue un aprendizaje volver a convivir y confiar. Hoy estamos con 4 años limpio. Trabaja de mañana en el bioparque y de tarde hace domicilios de barbería y atiende en casa. Esta prácticamente independizado, yo solo estoy observando de lejos. Aprendí a confiar” cuenta Silvia.

Ella nos da algunas pistas para que tengamos en cuenta si consideramos que alguien de nuestra familia puede tener problemas de consumo.

“Los signos para que una familia esté alerta no todos son iguales. Pero destaco el aislamiento a veces de amigos de toda la vida. Creo ya lo dije en otra oportunidad, cuando faltan cosas en la casa , muchas veces son artículos que no usamos diariamente, dinero, cuando los vemos que duermen mucho por el consumo de algunas drogas o están muy excitados en casos de pasta. No se alimentan bien. También es importante cuando están en periodos de abstinencia darles muchas cosas dulces. Otros signos es estar irritables porque esa es una manera de no permitir que le hagamos preguntas” dijo.

Hoy en recuperación, Silvia se anima a dar algunos consejos a las familias, el principal: no mirar para otro lado y aceptar la situación, ahí es cuando el camino comienza a transitarse.

“Mis consejos para las familias: que hablen mucho con los hijos. Explicarles el tema de drogas y la dependencia que producen, que es falso que lo controlan, que todo se comienza con el alcohol , eso los predispone a consumo de otra droga. Si ya el familiar está en consumo que le hablen pero busquen momentos en los cuales la charla sea productiva . Aunque parezca que no nos escuchan seguir hablándoles. Y marcar con amor y firmeza los límites. No permitirnos que nos arrastren a su deterioro. Ofrecer todas las ayudas pero si no quieren esa ayuda dejarlos que toquen fondo. Las familias acercarse a grupos de ayuda. Por ejemplo Amor Exigente que se reúnen todos los lunes, eso ayuda mucho a darnos cuenta que no estamos solos, que hay más familias en esa situación. A mi me sirvió para hablar el mismo idioma con otros padres y escuchar sus experiencias para poder actuar sobre mi situación en ese momento” indicó.

“Existe el grupo Madres del Cerro que las pueden encontrar en Facebook y luego integrar el grupo de WhatsApp. Y en Durazno se formó otro grupo que se reúnen en alguna oportunidad y han traído a los referentes de Madres del Cerro y a algún terapeuta. Que las familias no se sientan solas, no se aíslen, no lo oculten. Yo me di cuenta que el día que acepté que mi hijo estaba enfermo, ese día comencé a sanar y conmigo él. Y también fue al revés, cuando el aceptó su enfermedad comenzamos a sanar los dos” reflexionó. “Otra cosa que debemos aceptar es que es una enfermedad para toda la vida. Como ellos lo dicen «solo por hoy estoy limpio» . Es un trabajo de todos los días. Y vuelvo a repetir: se puede, eso me enseñó mi hijo, que se puede salir de las drogas. Él ahora está haciendo grupo de NA (narcóticos anónimos) con el cual todos los miércoles se reúnen. También ahora se aprobó la ley de voluntad anticipada que es un paso, pero falta mucho. No hay lugares donde internar y los que hay no son los ideales. No es un siquiatrico el lugar para internar un adicto. Es un gran problema social que al gobierno no le interesa destinar recursos para solucionar” finalizó Silvia.

Es un camino duro pero no imposible. Faltan lugares para internacion ….pero no para desintoxicar …para rehabilitar . Para trabajar la adicción que es algo muy duro. En estos momentos yo apuesto a las comunidades que están dirigidas x ex adictos para una rehabilitación.